domingo, 18 de octubre de 2009

Primer amor

--¡Espera!, gritó Pedro.

A unos veinte metros de distancia, cuando ya estaba a punto de salir del supermercado, Eva volvió la cabeza en claro signo de interrogación. Él se acercó.

--Me gustaría verte. Algún día. Ya sabes, un café.

--Tengo poco tiempo, pero llámame.

********************

--Tengo que confesarte algo, dijo Pedro.

--¿Qué?, replicó Eva.

--Fuiste mi primer amor. Del instituto. Todavía conservo los poemas que te escribí. Y nunca me atreví a decirte nada. Fui un cobarde.

--¿A qué viene esto ahora?

--No sé. Sentí la necesidad de contártelo. Es extraño

--Sí que lo es. ¿Has quedado conmigo para decirme eso?

--Sí.

--¿Ahora, veinte años después?

--Sí.

--¿Tú me ves?, ¿Ves mi aspecto? ¿Me ves?

--Pues sí.

--Pues eso, Pedro. Estoy embarazada. ¿Y tú me vienes a contar ahora que hace veinte años estuviste enamorado de mí y que nunca te atreviste a decírmelo? ¿Qué quieres, recuperar lo que nunca fue?

--No, no es eso...

--¿Entonces qué es?

--No sé explicarlo. Es como exorcizar mi cobardía...

--¿Exorciqué...?

Y Eva movió con violencia la silla, se levantó y dijo:

--Pago yo.

Dejó su café a medio beber. Se fue.

**************************


--Tengo que confesarte algo, dijo Pedro.

--¿Qué?, replicó Eva.

--Fuiste mi primer amor. Del instituto. Todavía conservo los poemas que te escribí. Y nunca me atreví a decirte nada. Fui un cobarde.

Eva miró sorprendida a Pedro y rió.

--¿En serio? Yo sabía que te gustaba, pero hasta ese punto no...

--Pues sí

--¿Y por qué me lo cuentas ahora?

--No sé, para que lo supieras.

--Muy bien. Ya lo sé, ¿y ahora?

--Ahora te invito a una tapita.

--Ja, ja. Vale. ¿Puedo confesarte algo yo también?

--¿Qué?

--A mí me gustaba Juan, tu amigo. Nunca me atreví a decírselo.

--¿Juan? ¿El macarra de Juan? ¡Qué gusto!

--Pues sí. Menos mal que no acabé con él.

Ella movió con violencia la silla, suspiró y se levantó.

--A la tapita invito yo. Tú te quedas ahí quietecito.