jueves, 2 de diciembre de 2010

Wikileaks

Las revelaciones filtradas por Wikileaks acerca de los cables diplomáticos de las embajadas de Estados Unidos en todo el mundo son, para mí, una buena prueba de ruido mediático con consecuencias limitadas. Cuando El País comenzó a torpedearnos con todo esto vendió que se trataba de una de las mayores revelaciones periodísticas de la historia y que iba a revolucionar las relaciones internacionales. Pero si medimos la importancia de una revelación por sus consecuencias, El País se ha equivocado. El Watergate fue capaz de derribar un Gobierno. El Wikileaksgate sólo va a conseguir una orden internacional de detencion contra Julian Assange, el fundador de la ya archifamosa web, y quizás la sustitución de algunos embajadores de EEUU que se han ido de la lengua más de la cuenta.

Sería injusto achacar exclusivamente a que las revelaciones son intrascendentes su limitado alcance. No es así. Algunas, las menos, son para poner los pelos de punta, y quizás si viviéramos en los años 50 y 60 sí hubiera habido un terremoto político. El problema es que las sociedades se han vuelto muy cínicas. Damos por hecho que, por ejemplo, EEUU conseguirá que la investigación por el caso Couso se detenga, porque, simplemente, es un país más poderoso que España e impone su criterio. No hay manera de que la sociedad,  más allá del ruido mediático de unos días, se indigne por ello. Un poco de ruido, sí, pero ninguna nuez. Pasará este caso Couso, nos olvidaremos de él y ya vendrán otros.

1 comentario:

El Plasta. dijo...

No se de qué se escandaliza el mundo, EEUU siempre ha hecho lo que le ha dado la gana y el resto de paises les ha seguido haciendo la rosca...