lunes, 15 de diciembre de 2008

Homenaje a Benedetti

Un hombre viejo, de esos a los que les gusta que les llamen viejos porque son viejos y no ancianos ni mayores, toma un café a media mañana en el bar donde toma un café todos los días a media mañana. No se ha peinado, alguna mancha se le ve en su camisa usada, sus gafas de alta graduación están manchadas por sus huellas dactilares, sus dedos tiemblan cuando mueve la cucharilla para disolver el azúcar. Lo bebe lento.

A su lado tiene un libro, su libro, un libro de Benedetti titulado 'La borra del café'. A esas alturas de su vida, leer es la única ocupación que le produce placer. Lee a todas horas, en casa y en la calle, cuando hace algo y cuando no hace nada. Tiene la buena costumbre, arraigada desde su niñez, de apuntar en una libreta, de todos los libros que lee, aquellas palabras que no entiende o que, por una u otra causa, le llaman la atención.

Toma su bolígrafo y apunta. Remanente: aquello que queda de algo.

Mira atónito el fondo de su taza: azúcar mojado y algunas partículas de café que se han resistido a la disolución. Introduce el índice de su mano derecha en el recipiente y se lo lleva a la boca. Comprueba que el sabor es dulce, muy dulce. Y apunta en su libreta. Remanente: el dulce de la borra del café.

1 comentario:

perit@ dijo...

Que bonito. Yo no se porqué pero cuando leo un cuentecillo, lo más normal que me pasa es que lo relaciono con un episodio de mi vida, me recuerdan a vivencias mias. Este en concreto me recuerda a cuando estuve en Madrid y mi madre me llevó al Café Gijón porque ella había leido sobre ese lugar y sabía que estaba lleno de intelectuales ... en fin, alli estabamos las dos y apareció un hombre mayor como el de la historia asi con pinta de intelectual pero bohemio y no se porqué pero al leer este cuento me he acordado de él ... jijiji Ya os contaré la historia en persona que si no va a parecer otro cuento ;)