Mi primo y yo solíamos hacer algo de senderismo los sábados por la mañana. Un día, caminando entre olivares, vimos a unos obreros que trabajaban en algo extraño, una especie de arco del triunfo en medio de olivos. Pregunte:
--¿Y esto?
--Nuestro jefe, que anda un poco mal de la cabeza.
--¿Cómo?
--Sí, ha ordenado construir diez puertas en su finca. Esta es la segunda. Todo porque un día alguien le dijo que no se podían poner puertas al campo. Y el muy cabezón respondió: ¿cómo que no?
lunes, 22 de diciembre de 2008
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